Nuestros Valores
En Talita buscamos construir «Cultura del bien».
¿Cómo lo hacemos? De evento en evento buscamos vivir y profundizar un valor concreto. Para crecer, para ser cada día un poquito mejor.
Consideramos que VALE LA PENA vivir así.
No lo olvides. Vive como piensas o acabarás pensando como vives.
¡Sed reales, profundos, sinceros! ¡Sed felices!
La sencillez es atractiva.
La sencillez es una virtud maravillosa. Está muy ligada a la humildad, conlleva nobleza y madurez. Y no es nada fácil. Pero estate seguro, ¡es contagiosa!
La persona sencilla es auténtica y va de frente. La persona sencilla destaca sin proponérselo: porque el sencillo tiene la «pole position» en querer a los demás. ¿Quieres ser el primero en algo? Distínguete en el amor.
La persona sencilla da los buenos días de corazón al llegar al trabajo, mira a los ojos con cariño a todo el que se cruza, trabaja bien aunque nadie esté mirando, no anuncia su llegada a bombo y platillo, pero se nota cuando está y se le echa de menos cuando no está.
Las personas sencillas saben apreciar lo extraordinario de lo ordinario.
La gratuidad es admirable. Gratuidad es saber que uno ha hecho casi nada para merecer la vida que tiene. Vivir desde la gratuidad conlleva ser agradecido, no buscar sólo el beneficio, ser generoso y estar siempre dispuesto a hacer el bien.
Quien vive agradecido, no se compara con otros. No lo necesita. Es feliz con lo que tiene. Acepta quién es, valora sus dones (pues son únicos).
Vivir desde la gratuidad es saberse querido por lo que uno es y no por lo que aparenta ser. Pero siempre luchando por ser un poco mejor. Y así, cada día, llegar a ser la mejor versión de uno mismo PARA LOS DEMÁS, sin buscar perfeccionismos, sin ansiedad.
Quien vive así, reconoce la dignidad de todos, sin excepción; no se cree mejor que nadie; es capaz de escuchar y estar disponible siempre.
La autenticidad es espectacular.
Hace referencia a la persona que dice y busca la verdad, acepta la responsabilidad de sus actos, es sincera, íntegra y coherente consigo misma y con los demás.
La persona auténtica actúa siempre conforme al bien, dice (de forma empática y con respeto) aquello que piensa y reconoce sus errores en criterios y opiniones, abriéndose a la verdad; pero defiende las injusticias que son innegociables.
Descubre la humildad como palanca de cambio. Busca lo bueno, bello y auténtico con radicalidad.
No aparenta, no lo necesita; vive sin filtros.
Es capaz de mostrarse (aún a veces con miedo) tal y como ella es.
Te puedes fiar de ella. No tiene dobles vidas. Es sincera, profunda, real.
La ternura está casi olvidada. Toca rescatarla.
Parece algo de niños, de sensibleros, de flojos. Pero no. La ternura no es blanda, sino fuerte, firme y audaz. Se muestra sin barreras, sin miedo.
No es sólo acto de coraje, también de voluntad. La ternura es generosa, atenta, olvida su propio bien y busca el del otro. Es contraria a la indiferencia, a las prisas, al «me apetece».
No se improvisa, se entrena. Realza el amor y la dignidad del otro. La persona tierna se vuelve empática, prudente, generosa, compasiva y respetuosa.
La ternura reconoce la dignidad de todos. Es valiente. Puede que sea la mejor herramienta para cambiar el mundo actual: un mundo deshumanizado, lo convierte en humano; un mundo superficial, lo hace profundo.
No es algo abstracto, sino concreto. Real. Quien vive con ternura, revienta la vida.
Confianza es la esperanza firme que se tiene en uno y en otros.
Confía en ti mismo. Eso como partida de todo.
La confianza sólo la desarrollan los humildes y valientes. Los héroes.
Un máquina llamado Jim Rhon decía esto: «Somos la media de las 5 personas con las que pasamos más tiempo». ¿Y si fuera verdad? Las personas de nuestro alrededor cobrarían importancia, serían valiosas y se volverían indispensables.
A esas 5 (y muchas más), las necesitas para desarrollarte como persona, para ser mejor, para sentirte querido, para levantar el ánimo cada día, para contar tus intimidades, para sentirte respaldado, para llorar y reír, lo que toque.
Sólo en la medida que uno se vea necesitado confiará en otros. Les necesitas. Y entonces, cambiarás el mundo. Repartirás coraje, debilidad, verdad, te olvidarás de ser perfecto, dejarás de mirar al resto por encima del hombro. Así se forjan los héroes, rodeándose de personas que realicen todo esto en ellos.
La abnegación es de valientes. Es para gente que está dispuesta a dejarlo todo por el otro. Dejar sus gustos, apetencias, momentos exclusivos y dedicarse a los demás. Poner la vida en la persona cercana. Busca solo el querer y estar sin esperar nada a cambio. Renuncia de forma voluntaria a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas.
La persona que vive la abnegación es completamente desinteresada. Siempre se alegra de lo que le pasa. No siente envidia. Siente alegría por el bien ajeno y se nota que lo hace por la manera de celebrar y estar junto a esa persona.
No se queja, disfruta. No se enfada, dialoga. No pone mala cara, mira con ojos de bondad.
La abnegación es de pasos sencillos y gestos auténticos.